martes, 27 de noviembre de 2012

[Experiencias] Una evolución de la preparación física en el fútbol modesto desde la mía propia

... por Carlos S. Calleja

Entiéndase esta entrada como una reflexión personal desde la propia vivencia en estos años de fútbol, lejos de pretender marcar una evolución histórica de la preparación física, ni mucho menos...


 

Con Muñiz y Xiel, equipo de trabajo en el R.Avilés
En los últimos años de trabajo como preparador físico en el fútbol modesto (división de honor, 3ª y preferente) asturiano he notado una evolución en mi modo de trabajar, casi más centrado en cómo llevo a cabo el proceso, más que lo que hago sobre el terreno.

Podemos estar de acuerdo en que la preparación física ha cambiado desde aquellas etapas donde suponía algo analítico y que complementaba el trabajo del entrenador. Era una preparación física “de playeros y carreras” coronada con literatura como aquella de Álvarez del VillarLa preparación física del fútbol basada en el atletismo”. El entrenador dejaba un tiempo al preparador (máximo en pretemporada mínimo en plena competición) y el jugador sabía que el balón se guardaba y era tiempo de sufrir (¿para luego ganar?). Reconozco que nunca me tocó este tipo de trabajos, sólo como jugador.

Esto ha evolucionado, más en un fútbol modesto donde el tiempo es oro y los entrenadores se dieron cuenta que deberían aprovecharlo al máximo para lograr metas comunes. En esta segunda fase los preparadores empezamos a reunirnos con los entrenadores y les solicitábamos aquellas cosas que querían trabajar, eran los primeros tiempos del trabajo integrado.
Así el míster me decía: quiero trabajar finalizaciones o tiros a gol, o más trabajos de presión defensiva… y desde esa base, y en función de lo que yo quería trabajar como preparador, me enfrascaba en ejercicios elaborados para plasmar ambas tendencias que el entrenador observaba sobre el césped. Personalmente siempre he elaborado los ejercicios, lejos de estructuras marcadas, porque eso me permitía incidir y definir todos los parámetros de trabajo: volumen, intensidades, participación…
En este trabajo integrado seguían existiendo dos partes en el entreno (la del preparador y la del míster) pero mucho más coherente, integrado, ligadas por sus objetivos…

Éste trabajo no ha desaparecido, pero creo – modestamente o al menos en mi experiencia – que sí ha evolucionado hacia lo que podría llamar la preparación global, que es un poco lo que noto que es mi trabajo diario ahora.
Los equipos de trabajo se han potenciado, las reuniones – aunque sean esporádicas en los vestuarios – son vitales y ya no hay esa “división de poderes”.
Ya no hay un trabajo claro del entrenador y otro del preparador (aunque incluya lo que previamente han trabajado). Ahora todo el equipo elabora el entrenamiento, metemos en la coctelera qué queremos trabajar y con ello desarrollamos la sesión.

En un entrenamiento

Cuando nos sentamos el míster plantea sus objetivos táctico-estratégicos definidos tanto por los fallos observados, lo que queremos trabajar “porque toca” o las características del rival del domingo. Yo – preparador – planteo el trabajo en base a la dinámica anual, al ciclo en el que estamos y la incidencia en las capacidades que me interesen, también mirando a domingo pasado - principalmente - y futuro. Y de ello salen actividades tácticas, con unos requerimientos físicos adecuados y una especialización al partido.

Ello no significa que no haya trabajos físicos más puros paralelos, porque a veces es necesario hacer trabajos complementarios (sesiones de fuerza, velocidad…) pero de la misma manera que hay trabajos estratégicos (balón parado) o tácticos sin nada de trabajo físico (por ejemplo, vídeos). Se trata de organizar los momentos.
Este trabajo global es mucho más satisfactorio y, sin duda, recomendable (eso opinamos a día de hoy) para lograr la máxima eficacia en cada objetivo.

Aunque seguiremos investigando para ver cómo ser mejores mañana...

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